En el mundo digital y presencial, la identidad visual de tu marca actúa como el primer filtro que un cliente aplica, consciente o no, antes de decidir si confiará en vos, indagará más o se irá a otro competidor.
Sabías que...
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Es lo que tarda una persona en formar una primera impresión.
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De las personas observa el contenido gráfico antes que el real en una página.
Estos dos datos revelan algo muy claro: la estética importa muchísimo. En ese instante, el que observa define si la marca transmite profesionalismo o deja dudas.
¿Qué implica para tu negocio local o marca?
Si tu identidad visual está descuidada (colores incoherentes, logo mal adaptado, sitio web sin estilo, piezas gráficas que “no combinan”), estás dejando que un cliente potencial decida en 0,05 segundos que no querés su atención.
Una marca con identidad visual bien desarrollada transmite coherencia, profesionalismo y confianza antes aún de que tu cliente hable contigo o visite tu local.
Esa confianza inicial tiene efectos reales: si la apariencia no es la adecuada, incluso aunque tu producto o servicio sea excelente, estarás empezando desde un punto de desventaja.
Además, la identidad visual no debe quedar limitada al logo: abarca todo el ecosistema visual (web, redes, folletería, packaging). La coherencia multiplicará el reconocimiento y hará que cada contacto con la marca refuerce positivamente la impresión.
¿Qué tener en cuenta para que la identidad visual sea funcional?
Asegurate de que el sitio web sea coherente con la identidad de tu marca: mismos colores, tipografías, estilo gráfico.
Reflexioná en cómo se aplican esos elementos visuales en redes sociales, material impreso y otros canales: que no parezca “otro negocio”.
Considerá la rapidez con la que un usuario juzga tu marca: ese “primer vistazo” debe estar lo más cuidado posible.
Usá los datos como argumento para invertir en identidad visual profesional: no es un “lujo”, es una pieza estratégica del marketing.